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21 de septiembre, Día Mundial de la enfermedad de Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia degenerativa. Se caracteriza típicamente por una alteración progresiva de las funciones cognitivas, afectando inicialmente la memoria y luego al resto. Puede acompañarse de cambios del carácter con aumento de la irritabilidad. A menudo, la persona afectada puede no ser consciente de estas alteraciones.

El diagnóstico clínico de la demencia de Alzheimer se basa en detectar mediante la valoración neuropsicológica unas alteraciones cognitivas que demuestren la presencia de demencia, con afectación sobre todo de la memoria, y en ausencia de otras posibles causas. Este tipo de estudio se trata fundamentalmente de un diagnóstico de exclusión.

En la enfermedad de Alzheimer existe una acumulación patológica de una proteína que se llama beta-amiloide. Dicha proteína se va acumulando, pero necesitaremos que pasen más de 10 años antes de comenzar a notar cambios cognitivos.

En los últimos años se han desarrollado técnicas para poder detectar estos cambios patológicos. Concretamente se pueden medir los valores de la beta-amiloide en el líquido cefalorraquídeo, a través de una punción lumbar. También se puede realizar una prueba de medicina nuclear conocida como Tomografía por Emisión de Positrones (PET) que utiliza un trazador que permite visualizar la beta-amiloide y establecer si su carga es anormal.

De cara al futuro más inmediato existen varios ensayos farmacológicos en curso, dirigidos a destruir estos acúmulos patológicos de proteínas, con el fin de ralentizar o parar el proceso degenerativo de esta enfermedad.

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